lunes, enero 09, 2006

Recuerdos de la aguada de la cuesta del Kursaal 12/01/2005

RECUERDOS DE LA AGUADA DE LACUESTA DEL KURSAAL

A veces, no siempre, el humo del tiempo se entremezcla con mi memoria de cuando tenía el pelo negro azabache y correteaba por las calles de Melilla en busca de algo que siempre llevaba conmigo. Ese algo nunca lo encontraba, como nuestra sombra, que jamás se logra pisar. Era la alegría y la pasión de un niño feliz, felicidad que en la actualidad aún me dura; siempre lo he achacado a que me suelo reír de mis mismas tonterías, y más si leo algo como el poema de Alfonso Sastre cuando estuvo en la cárcel por discrepar con el señor que residía en El Pardo, junto a nuestro paisano Fernando Arrabal. El poema dice: “Tú, desnudo retrete, retreteas / la poca habitación en que ahora habito./ Por más que me separo no te evito/ y si yo en ti me cago, tú la meas/”. Yo recuerdo hace como medio siglo que mi padre, que era conductor ( a él le gustaba decir chofer) del Parque de Bomberos, en los días de vacaciones de colegio, gustaba de llevarme algunas veces en la regadera Leiland o Chevrolet en compañía del ayudante de turno; que eran generalmente Bosch o Infante; aquél era solterón muy fuerte, y este era un padre prolífico de familia numerosa; los dos unas excelentes personas que me demostraban un cariño semejante a la de un padre, el caso es que yo lo pasaba en grande junto a ellos. Imagínense un chaveílla con apenas diez o doce años subido en un camión de bomberos, que hacía las veces de regadera en los toros, cargar los depósitos de agua a algunos barcos atracados en el Puerto; también regar las calles más céntricas, siendo esto lo que más me “flipaba”, porque les daba envidia a los demás “andarríos” cuando me veían todo ufano baldeando la Plaza de España con los chorros a presión. El agua de estos riegos solían repostarla en las aguadas del río Oro o la que existía en la cuesta del Nacional. Sobre esta cuesta a veces me da que pensar porque no sé si llamarla como lo hacía mi madre: Cuesta del Kursaal, Cuesta del Nacional, la del Parque de Lobera, o como se le denomina en la actualidad: Cándido Lobera. Pero yo sé, y mi amigo Juan Coca también, que entonces era la calle “A” del Barrio de Ataque Seco.
Hace unos días leía en este mismo diario que unos gamberros mierdosos acostumbran a soltar los contenedores de basura por esa cuesta abajo, con el peligro que eso acarrea por lo pronunciada que es. Otro hecho que podemos leer en la página “Los melillenses nos dicen” es: “la quema de contenedores y papeleras, arranque de bancos e incluso señales de tráfico”, según decía un lector. Pues anda que el que vive en el barrio Del Real que dice que algunos de estos jilipollas lanzaron huevos en la puerta de su edificio; más de uno habrán pensado que debieron ser los suyos, los de los lanzadores, los que debieron quedar despanchurrados allí mismo; para lo que les sirve, ¿verdad?. La educación de los niños se debe dar en sus hogares y la enseñanza en los colegios, pero si en las casas de estos angelitos que tienen todos los Derechos, los de nuestra Constitución y los del Niño, no reciben nada de educación, no creo que sus profesores, a los que admiro, puedan hacer mucho por su recuperación.
Referente a la aguada de la Cuesta del Kursaal, disculpen, la llamo así en memoria de mi madre, y ya que está en actualidad la marcha de los Capuchinos de nuestra ciudad recuerdo que cerca de esta aguada y la casa de Gámez Morón (el médico de los niños), donde tuvieron la osadía o el descaro de arrancar una araucaria centenaria, había una casita, y según me comentaba un buen amigo, Fray Felipe, que vino procedente de Coín (Málaga) vivía con sus tíos en ella en la segunda década del siglo pasado; también que estudió en la Academia Samper. Este buen fraile conocía y hablaba el Chelja como cualquier ciudadano fronterizo. De todos estos datos pueden estar seguros de ellos porque proceden de buena fuente.